La toxina botulínica, comunmente llamada bótox, inyectada en la proximidad de un músculo, tiene la capacidad de provocar su paralización temporalmente. Representa un método simple y eficaz para el tratamiento de las arrugas de expresión, evita la cirugía y puede ser complementado con otros tratamientos como láser e implantes.
Su aplicación es prácticamente indolora, resultando únicamente un discreto enrojecimiento de la zona por los pinchazos. El efecto aparece dos o tres días más tarde, siendo completo al cabo de una o dos semanas. La relajación de los músculos implicados en la producción de las arrugas determina que éstas prácticamente desaparezcan. La aplicación repetida disminuirá la potencia de estos músculos, disminuyendo de manera importante su manifestación y haciendo que las aplicaciones se distancien cada vez más.
La toxina, a las dosis utilizadas, no es tóxica, y sus contraindicaciones son mínimas. No debe utilizarse durante el embarazo, la lactancia, ni en zonas próximas a inflamación o infección.
El resultado ya es evidente en el plazo de unos días y su duración de cuatro a seis meses. Una vez aplicada la toxina no debe presionar ni masajear la zona. Puede aparecer un leve enrojecimiento en la zona de inyección y ocasionalmente hematomas localizados.
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